El sector agropecuario del Perú alcanzó en 2025 un crecimiento histórico de 13,3%, uno de los más altos de la región, impulsado por las agroexportaciones y la diversificación de cultivos. Productos como arándanos, uvas, paltas y mango consolidaron su éxito en mercados internacionales, mientras que la demanda interna también contribuyó al repunte. Sin embargo, especialistas advierten que los beneficios se concentran en la gran agroindustria, dejando rezagada a la agricultura familiar, que sigue enfrentando problemas de financiamiento y acceso a mercados. La brecha entre el agro moderno y el de subsistencia se acentúa, lo que evidencia la urgencia de una política diferenciada. Gremios y expertos coinciden en que el Estado debe reforzar el apoyo técnico, el crédito rural y la infraestructura de riego y transporte. El desafío es claro: lograr que el crecimiento del agro se traduzca en desarrollo inclusivo y sostenible para todos los agricultores del país.
Fecha:Thursday 11 Sep de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
El sector agropecuario del Perú registró un crecimiento de 13,3% en 2025, una de las tasas más altas de la región, impulsado por el dinamismo de las exportaciones agrícolas, la diversificación de cultivos y la recuperación de la producción interna tras años de afectaciones climáticas y crisis sanitarias. Según datos del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), este repunte marca un hito para la economía rural, aunque también expone las brechas estructurales que enfrenta el agro nacional.
El buen desempeño se atribuye principalmente a la expansión de las agroexportaciones, con productos como arándanos, uvas, paltas y mango que consolidaron su presencia en mercados de Norteamérica, Europa y Asia. A ello se sumó la mayor demanda interna de alimentos básicos, junto con programas de apoyo a pequeños agricultores en fertilización y asistencia técnica. Sin embargo, especialistas advierten que este crecimiento está concentrado en rubros de agroexportación de gran escala, mientras que la agricultura familiar aún enfrenta limitaciones en financiamiento, acceso a tecnología y canales de comercialización.
Si bien el agro moderno y exportador dinamiza el PBI nacional y genera divisas, la agricultura de subsistencia y de pequeña escala sigue rezagada, con bajos niveles de productividad y vulnerabilidad frente a fenómenos climáticos como El Niño y la sequía andina. Expertos destacan que la brecha entre ambos modelos es cada vez más evidente y que, de no abordarse, podría generar un desarrollo desigual en el campo peruano.
Diversos gremios y académicos coinciden en que es urgente implementar una política agraria diferenciada, que reconozca la diversidad del sector. Ello implica reforzar el apoyo técnico y crediticio a pequeños productores, incentivar el cooperativismo, mejorar la infraestructura de riego y transporte rural, y garantizar una adecuada gestión del agua en las zonas altoandinas. Además, se plantea la necesidad de fortalecer la innovación tecnológica y la sostenibilidad ambiental, con miras a un agro más competitivo e inclusivo.
Un representante del Midagri declaró: “Este crecimiento del 13,3% es motivo de orgullo, pero no podemos conformarnos. El reto es lograr que los beneficios lleguen a todos los agricultores, no solo a los grandes exportadores”. Por su parte, líderes de organizaciones campesinas exigieron mayor presencia del Estado en regiones alejadas, denunciando que aún enfrentan altos costos de insumos y falta de acceso a mercados.
El crecimiento del agro peruano en 2025 confirma su rol estratégico como motor económico y social, pero también revela la necesidad de avanzar hacia un modelo más inclusivo y equilibrado. Si el país logra articular políticas diferenciadas que atiendan tanto al agro moderno como a la agricultura familiar, el sector podrá consolidarse no solo como generador de divisas, sino como un verdadero eje de desarrollo sostenible para millones de peruanos.