La tormenta de Santa Rosa, tradicionalmente vista como un fenómeno estacional, se presenta este año con una intensidad que supera las previsiones habituales. Las autoridades meteorológicas advierten que las lluvias podrían ser más abundantes y violentas, afectando zonas clave de producción agrícola. Lo que antes era una lluvia esperada, hoy se transforma en una amenaza para cultivos vulnerables y suelos ya debilitados. La velocidad de precipitación, sumada a ráfagas intensas, eleva el riesgo de anegamientos y erosión. Esta situación pone en alerta a productores, que deben tomar decisiones urgentes frente a un escenario climático cada vez más incierto. La agresividad del fenómeno refleja una tendencia preocupante en la dinámica atmosférica del país.
Fecha:Wednesday 03 Sep de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
La tradicional tormenta de Santa Rosa, fenómeno climático que suele presentarse a fines de agosto y principios de septiembre en Argentina, se anticipa este año con una intensidad inusitada. Meteorólogos y especialistas del sector agropecuario advierten que el evento podría generar impactos severos en los cultivos de varias regiones productivas del país, en un contexto ya marcado por una prolongada sequía y un preocupante deterioro de los suelos.
Un fenómeno esperado, pero esta vez más agresivo
La tormenta de Santa Rosa, asociada históricamente con lluvias intensas y ráfagas de viento, ha sido objeto de seguimiento por parte del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que prevé precipitaciones superiores a los promedios estacionales en zonas como la Pampa Húmeda, el norte de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Sin embargo, lo que preocupa no es solo la cantidad de agua, sino la velocidad con la que podría caer, generando anegamientos, erosión hídrica y pérdida de nutrientes en suelos ya debilitados.
Según datos recientes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), los suelos argentinos están perdiendo más de 600 mil toneladas de nitrógeno por año, un elemento esencial para el desarrollo de cultivos como soja, maíz y trigo. Esta pérdida, agravada por la falta de lluvias regulares y el uso intensivo de tierras sin rotación adecuada, compromete la fertilidad natural y obliga a los productores a depender cada vez más de fertilizantes sintéticos, encareciendo los costos de producción.
“La combinación de sequía prolongada y lluvias torrenciales es una receta para el desastre agronómico. No solo se pierde nitrógeno, sino también estructura del suelo, materia orgánica y capacidad de retención hídrica”, señaló el ingeniero agrónomo Martín Ledesma, especialista en suelos del INTA Balcarce.
Los productores se enfrentan a un dilema complejo: sembrar en condiciones de humedad incierta o esperar a que el clima se estabilice, arriesgando ventanas óptimas de cultivo. En zonas como el sur de Córdoba y el norte de La Pampa, ya se reportan retrasos en la siembra de maíz temprano y dificultades para preparar los lotes.
Además, el temor a que la tormenta de Santa Rosa venga acompañada de granizo ha llevado a muchos a reforzar seguros agrícolas y revisar sus estrategias de cobertura.
Aunque algunos expertos atribuyen la intensidad del fenómeno a la variabilidad climática natural, otros señalan que el cambio climático está exacerbando eventos extremos, haciendo que tormentas como la de Santa Rosa sean más impredecibles y destructivas.
“El patrón de lluvias se ha vuelto errático. Lo que antes era una tormenta puntual ahora puede convertirse en un evento de gran escala con consecuencias económicas y ecológicas”, advirtió la climatóloga Laura Gutiérrez, del Centro de Investigaciones del Clima y el Agro.