Productores de plátano y banano en Santander iniciaron un plan intensivo de manejo integrado del picudo con escuelas de campo y brigadas técnicas que combinan monitoreo semanal, saneamiento de pseudotallos, uso de trampas con feromonas, biocontrol (hongos y extractos botánicos) y aplicación química responsable. Cada finca sale con un plan de acción y un kit de registros para medir capturas y decisiones por umbrales. El plan 90 días (diagnóstico, instalación/optimización de trampas y ajustes según datos) busca bajar pérdidas, reducir costos por hectárea y mejorar la uniformidad y estabilidad de la fruta. El resultado esperado: cosechas más seguras y rentables, y un aporte directo a la seguridad alimentaria local.
Fecha:Thursday 14 Aug de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
Con entrenamientos prácticos en campo, los bananeros y plataneros del departamento implementan manejo integrado de plagas (MIP) para reducir pérdidas, bajar costos y fortalecer la seguridad alimentaria local.
Claves rápidas
Escuelas de campo y brigadas técnicas en fincas de referencia.
Enfoque MIP: monitoreo sistemático, control biológico y buenas prácticas culturales.
Trampas con feromonas, manejo de residuos y saneamiento del pseudotallo.
Plan de 90 días para estabilizar lotes críticos y estandarizar protocolos.
Meta: mayor productividad, fruta más uniforme y menores costos por hectárea.
Productores de plátano y banano en Santander participan en jornadas intensivas que combinan teoría corta y práctica en lote: identificación del picudo en todas sus fases, calendarios de monitoreo, lectura de daños y decisiones rápidas por umbrales. Las sesiones concluyen con planes de acción por finca, priorizando los lotes con más presión de plaga.
Monitoreo inteligente: rutas fijas, revisión de trampas y puntos calientes; registro semanal y mapa de calor del cultivo.
Cultural y sanitario: saneamiento de pseudotallos, eliminación de material infestado, manejo de sombra y drenajes para bajar refugios de la plaga.
Trampas y feromonas: colocación estratégica y rotación de cebos; recambio y limpieza para mantener eficiencia de captura.
Control biológico y biorracionales: uso de hongos entomopatógenos y extractos botánicos, con protocolos de aplicación por hora y clima.
Químico responsable (cuando aplique): productos selectivos, franjas y rotación de ingredientes activos para evitar resistencia.
Ficha de monitoreo (fecha, lote, capturas, acciones).
Guía visual de síntomas y galerías.
Bitácora de aplicaciones y checklist de seguridad.
Plan de residuos: compostaje o disposición segura de material afectado.
Menos pérdidas por daño interno del cormo y mayor uniformidad de racimos.
Costos a la baja por reducir aplicaciones reactivas y priorizar prácticas preventivas.
Fruta más estable para mercados locales y regionales, reforzando la seguridad alimentaria y el ingreso del productor.
Semanas 1–2: diagnóstico por lotes y reentrenamiento de cuadrillas.
Semanas 3–6: instalación/optimización de trampas, saneamiento intensivo y primera ola de biocontrol.
Semanas 7–12: ajustes por datos de captura, cierre de brechas en lotes críticos y estandarización de registros.
Se conformarán nodos técnicos por vereda para compartir datos y coordinar compras de insumos biológicos, además de una red de alertas por clima que ajuste ventanas de aplicación. El objetivo: que cada finca cuente con un protocolo vivo, medible y replicable, capaz de mantener al picudo bajo control y a las familias con cosechas seguras y rentables.