Un brote de gripe aviar detectado en mayo de 2025 en Brasil obligó al sacrificio de 17.000 aves y desató restricciones internacionales a sus exportaciones de carne de pollo. Más de 30 países suspendieron las compras, provocando pérdidas estimadas en 100 millones de dólares mensuales. El Gobierno activó protocolos sanitarios y medidas económicas para mitigar el impacto. El sector avícola enfrenta ahora el desafío de recuperar la confianza global y proteger su liderazgo.
Fecha:Wednesday 28 May de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
El 16 de mayo de 2025 se confirmó un brote de gripe aviar en una granja industrial ubicada en el estado brasileño de Rio Grande do Sul. La infección fue identificada tras una serie de muertes súbitas entre aves ponedoras, lo que llevó a activar de inmediato los protocolos de vigilancia sanitaria del Ministerio de Agricultura y Ganadería. Tras realizarse pruebas de laboratorio, se confirmó la presencia del virus H5N1, altamente patógeno.
Como medida preventiva, se procedió al sacrificio de más de 17.000 aves en el establecimiento afectado, en un intento por contener la propagación del virus y evitar consecuencias sanitarias mayores. Esta decisión, aunque drástica, responde a las normas internacionales establecidas por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) para minimizar riesgos epidemiológicos. Las autoridades también impusieron una cuarentena a las granjas cercanas y reforzaron los controles en los estados limítrofes.
El brote encendió las alertas en todo el país, especialmente en regiones con alta concentración de producción avícola. Brasil, al ser el mayor exportador mundial de carne de pollo, enfrenta una situación de alto riesgo sanitario y comercial. Aunque el foco fue contenido rápidamente, las repercusiones internacionales no tardaron en llegar, afectando no solo la cadena de producción sino también los ingresos del sector avícola.
La aparición del brote llevó a más de 30 países a imponer restricciones temporales a las importaciones de carne de pollo brasileña. Entre estos, se encuentran grandes compradores como China, la Unión Europea, Arabia Saudita, Sudáfrica y Japón. Estas decisiones fueron tomadas bajo el principio de precaución, pese a que el brote fue aislado y contenido eficazmente. Las restricciones han generado una caída inmediata en las órdenes de exportación.
Brasil exporta mensualmente alrededor de 400.000 toneladas de carne de pollo, lo que representa un ingreso cercano a los 800 millones de dólares. Las limitaciones impuestas por los socios comerciales ya están generando pérdidas estimadas en 100 millones de dólares mensuales, según datos del sector industrial. Esta cifra podría aumentar si el brote afecta la percepción de seguridad sanitaria del producto brasileño a largo plazo.
Los contratos internacionales y la reputación del país como proveedor confiable están en juego. Brasil ha trabajado durante décadas para posicionarse como líder mundial en producción avícola de alta calidad, y un brote de gripe aviar, aunque controlado, puede erosionar rápidamente la confianza. Los exportadores están recurriendo a estrategias de contención como la trazabilidad reforzada, certificaciones sanitarias adicionales y negociaciones bilaterales para evitar mayores cancelaciones.
El impacto económico de las restricciones internacionales se extiende más allá del sector exportador. La avicultura representa una fuente importante de empleo y divisas para Brasil, con más de 4 millones de trabajadores directa e indirectamente vinculados a la cadena productiva. Las regiones productoras, como Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, podrían experimentar recesiones localizadas si la situación se prolonga.
Además de la pérdida directa de ingresos por exportaciones, se prevé una reducción en el precio interno del pollo debido al exceso de oferta en el mercado doméstico. Esto podría beneficiar a los consumidores locales en el corto plazo, pero afectaría los márgenes de ganancia de los productores, en especial de pequeños y medianos criadores. Las cooperativas avícolas están solicitando al Gobierno apoyo financiero y medidas de emergencia para evitar despidos y cierre de granjas.
El Gobierno brasileño ya ha anunciado un plan de contingencia económica que incluye líneas de crédito especiales, subsidios temporales y programas de compra estatal para absorber el excedente de producción. No obstante, la eficacia de estas medidas dependerá de la duración del embargo internacional y de la confianza que pueda restaurarse en los próximos meses. La avicultura brasileña se enfrenta así a un escenario desafiante que requerirá acción rápida y coordinada.
Desde la confirmación del brote, el Ministerio de Agricultura activó el Plan Nacional de Contingencia para la Influenza Aviar. Este protocolo incluye no solo la eliminación de animales infectados, sino también la desinfección exhaustiva de instalaciones, restricción de movimientos en zonas de riesgo, y monitoreo intensivo en otras regiones productoras. Estas acciones buscan evitar la propagación del virus a otras granjas comerciales o aves silvestres.
La vigilancia epidemiológica se ha intensificado con la participación de universidades, centros de investigación y autoridades locales, que contribuyen al mapeo de focos potenciales y la recolección de muestras. Se han establecido perímetros de vigilancia y corredores sanitarios para el tránsito seguro de insumos y productos avícolas. El seguimiento de aves migratorias también se ha reforzado, debido al papel que estas pueden desempeñar como vectores de contagio.
Brasil mantiene un estatus sanitario privilegiado a nivel internacional y busca demostrar que el brote fue un evento puntual, aislado y bien gestionado. Las autoridades sanitarias están trabajando con organizaciones internacionales como la OMSA y la FAO para garantizar la transparencia en los informes y para actualizar los estándares de bioseguridad en toda la industria. La meta es asegurar que el comercio internacional pueda reanudarse sin comprometer la seguridad alimentaria global.
El brote de gripe aviar también ha generado complicaciones en la cadena logística y de suministro. Las plantas procesadoras, que operan bajo contratos de exportación, están viendo disminuir sus volúmenes de procesamiento, lo cual afecta sus niveles de operación y la rentabilidad de sus líneas productivas. Las empresas de transporte y los puertos han tenido que redirigir envíos o suspender despachos programados.
Los productores primarios enfrentan dificultades para reorganizar sus ciclos de producción. El pollo de engorde tiene un ritmo de desarrollo rápido, por lo que cada día que pasa sin salida al mercado representa un incremento en los costos de alimentación, manejo y almacenamiento. Esto presiona especialmente a las granjas que trabajan bajo esquemas de integración, donde las entregas están cronometradas.
La situación también impacta en la provisión de insumos como vacunas, antibióticos y alimentos balanceados, ya que las empresas proveedoras ajustan sus cadenas de distribución según la demanda proyectada. Una disminución sostenida en la actividad productiva podría generar un efecto dominó que involucre a toda la cadena agroindustrial vinculada a la avicultura. Las empresas están solicitando incentivos fiscales y apoyo gubernamental para mantener la estabilidad operativa.
Si bien el impacto inmediato del brote es considerable, los analistas estiman que la recuperación podría ser rápida si se mantiene el control sanitario y se logra restablecer la confianza internacional. Históricamente, Brasil ha demostrado capacidad de reacción ante crisis sanitarias en el sector agropecuario, gracias a su infraestructura veterinaria, regulación estricta y experiencia exportadora.
El restablecimiento de las exportaciones dependerá en gran medida de los informes técnicos y de las misiones internacionales de verificación que ya se están coordinando. Se espera que los países importadores flexibilicen sus restricciones en los próximos dos o tres meses, siempre que no surjan nuevos brotes y se cumpla con los requisitos de bioseguridad exigidos. El mercado asiático podría ser el primero en retomar gradualmente las importaciones.
A mediano plazo, el sector avícola brasileño deberá fortalecer aún más sus sistemas de trazabilidad, vigilancia y respuesta rápida para evitar que eventos como este pongan en riesgo su posición de liderazgo global. Las lecciones de esta crisis pueden traducirse en mejoras estructurales que, lejos de debilitar al sector, lo preparen para enfrentar con mayor solidez los desafíos sanitarios del futuro.