La escasez de diésel en varias regiones agrícolas amenaza la movilización de maquinaria y el proceso de siembra y cosecha, con pérdidas estimadas en miles de hectáreas cultivables. Productores reciben restricciones por placa o litros límite en estaciones de servicio, generando tensiones y protestas. El transporte de alimentos se retrasa y los costos logísticos suben, lo que podría traducirse en alzas de precios para el consumidor final. Autoridades buscan soluciones como importaciones y traslados de cisternas, pero el sector rural permanece en estado de alerta máxima.
Fecha:Tuesday 01 Jul de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
En el centro de esta grave situación se encuentra una escasez crítica de diésel que ya está afectando a la actividad agropecuaria. Con una demanda que no se satisface, los productores enfrentan paradas prolongadas de maquinaria, retrasos en la siembra y riesgo real de pérdidas en miles de hectáreas en plena época agrícola.
La situación se agrava porque el diésel es el combustible básico para tractores, cosechadoras, sistemas de riego y transporte de insumos y productos. Su ausencia puede provocar cuellos de botella en los procesos de preparación, siembra, recolección y distribución de cultivos alimentarios.
Productores agrícolas denuncian que algunas estaciones están restringiendo el despacho de diésel según número de placa o limitan las cantidades disponibles, generando largas filas y tensiones incluso con discusiones entre usuarios. En zonas remotas, los tractores quedan varados; en otras, los agricultores deben llevar bidones (turriles) hasta las bombas, pero muchas veces siquiera tienen éxito para conseguir el combustible necesario.
"Un día sin diésel puede representar pérdidas en varias hectáreas", advierten asociaciones de productores, especialmente en cultivos mecanizados como soya, maíz o trigo. Sectores como la oleaginosa en el norte agrícola del país están en situación crítica, con proyecciones de baja significativa en sembrío.
Los testimonios de agricultores alertan sobre atrasos en la recolección de cosechas ya maduras, así como la imposibilidad de comenzar la preparación de suelos para la próxima siembra. Crops como soja, maíz y trigo están en riesgo, lo que afecta no solo la producción primaria sino también las etapas posteriores de la cadena de valor, incluyendo ganadería y agroindustria.
La ausencia de diésel también incide en el transporte de productos hacia los centros de consumo urbanos. El retraso logístico, sumado al aumento de costos operativos, puede traducirse en inflación de precios para los consumidores y falta de productos frescos en el mercado.
Frente a la presión creciente, las autoridades han anunciado medidas como la importación de cisternas desde países vecinos, traslados de combustible desde puertos extranjeros, e intentos de reorganizar la cadena de distribución de diésel. Sin embargo, estos esfuerzos aun no logran estabilizar la disponibilidad en las zonas rurales más alejadas.
El gobierno también evalúa esquemas para liberar fondos destinados al pago de importaciones y negociar rutas logísticas alternas. El foco está en asegurar que los tractores y transportistas puedan operar sin interrupciones hasta que el suministro se normalice.
Los analistas advierten que la crisis de diésel no solo afecta la campaña actual, sino que puede tener efectos prolongados en la economía rural. Las pérdidas por hectárea no sembrada o cosechas abandonadas se traducen en menor producción, menor ingreso para familias campesinas, y aumento de la vulnerabilidad en zonas rurales.
En el escenario más negativo, se proyectan incrementos en los precios de alimentos básicos, caída en la competitividad de productos agroindustriales, y una mayor dependencia de importaciones.
Un efecto colateral de la escasez es el deterioro en el sector transporte que depende del diésel. Camiones y gandolas, vitales para la movilización de insumos y productos, presentan paralizaciones de hasta un 80 %, lo que genera congestión, actividad reducida y malestar entre transportistas ante la incertidumbre de abastecimientos.
Además, los costos elevados de combustible encarecen la cadena logística completa, impactando en los precios finales de alimentos y ganado.
Frente a esta emergencia, productores y gremios agrícolas han pressionado por medidas concretas:
Asignación prioritaria de diésel para maquinaria agrícola y transporte de alimentos.
Reducción de restricciones de despacho por placa o cantidad mínima.
Aceleración de compras internacionales de diésel.
Fomento de biocombustibles, aprovechando oleaginosas locales para producción de diésel verde.
Diversificación energética con infraestructura de energía renovable que reduzca dependencia del petróleo.
Estas medidas apuntan no solo a mitigar la crisis actual sino a evitar su reaparición en futuras campañas.
Analistas coinciden en que las soluciones de corto plazo, aunque necesarias, no bastan. El país necesita fortalecer su política energética rural, ampliar capacidades de almacenamiento, mejorar sistemas de importación y diseñar un plan nacional de resiliencia agroenergética.
Esto implica fortalecer el vínculo entre sectores como energía, agricultura e infraestructura, además de promover la investigación y adopción de tecnologías limpias como paneles solares para riego, biodiésel local y sistemas híbridos de maquinaria rural.
La cosecha de alimentos básicos no puede esperar. El combate a la escasez de diésel se entiende como una responsabilidad compartida entre el Estado, los actores privados y la comunidad agrícola. Cada día sin combustible deja un legado de pérdidas económicas, menor seguridad alimentaria y un mensaje de debilitamiento del campo.
La escasez de diésel es más que un problema logístico: es una amenaza real a la producción de alimentos, a la economía rural y a la estabilidad de las cadenas agrarias. Para responder con eficacia se requiere una estrategia de corto plazo (acceso inmediato al combustible) y una visión de largo plazo (diversificación energética, infraestructura y sostenibilidad agraria). Solo así se podrá proteger al sector agrícola, sostener la producción de alimentos y garantizar seguridad alimentaria.