Ecuador alcanzará en 2025 la mayor cosecha de maíz duro de su historia, superando 1,8 millones de toneladas. El clima favorable, el uso de semillas certificadas en más del 70 %, y el manejo agronómico y técnico avanzado fueron decisivos. El sector agropecuario proyecta un impacto económico positivo, pero demanda regulación para estabilizar precios. Este hito fortalece la seguridad alimentaria y posiciona al país como líder regional.
Fecha:Tuesday 22 Jul de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
Ecuador se prepara para cerrar 2025 con una cosecha de maíz duro sin precedentes: más de 1,8 millones de toneladas, la cifra más alta registrada hasta la fecha. Las principales zonas productoras —Los Ríos, Guayas, Manabí y Loja— lideran este crecimiento, beneficiadas por un clima generoso y estabilidad hídrica durante la temporada más crítica.
Este avance refleja una consolidación de la estrategia agrícola nacional: vinculación efectiva entre productores, asociaciones y entidades estatales que impulsan una visión integradora. El resultado no solo es notable por el volumen, sino por la coherencia de una política pública y privada alineada hacia la productividad.
Además, este récord marca un cambio de paradigma en la historia agrícola ecuatoriana, que comienza a dejar atrás temporadas de déficit y a transitar hacia la autosuficiencia cerealera.
Uno de los ejes centrales del buen desempeño de la campaña de 2025 fue la adopción generalizada de semillas certificadas, utilizadas por más del 70 % de los productores. Estas semillas garantizan mejor germinación, resistencia a plagas y uniformidad en el cultivo, incrementando el rendimiento por hectárea.
Asimismo, el uso de sistemas agronómicos avanzados —control de malezas, fertilización precisa, riego eficiente y monitoreo fitosanitario— fue acompañado por un fuerte respaldo técnico. Las asociaciones agrícolas, cooperativas y las autoridades han proporcionado capacitación continua, lo que permitió aumentar los rendimientos en zonas con tecnología agrícola.
Este enfoque técnico y proactivo ha permitido que productores pequeños y medianos accedan a herramientas de vanguardia, reforzando la competitividad del sector agrícola en Ecuador.
A diferencia de campañas anteriores, en 2025 se expandió el área sembrada de maíz duro, la cual se combinó con condiciones climáticas excepcionales. Las lluvias llegaron a tiempo y en los niveles adecuados, evitando tanto las sequías del pasado como los excesos que dañan el grano.
Este clima favorable fue fundamental para mejorar la estabilidad y previsibilidad de la producción, reduciendo riesgos climáticos que en años anteriores provocaron pérdidas por inundaciones o deficiencia hídrica en provincias clave.
La evaluación de riesgo climático y la planificación anticipada del ciclo agrícola permitieron distribuir mejor la siembra y evitar concentraciones de riesgo, lo que contribuyó decisivamente al éxito del ciclo.
El impacto económico de este récord agrícola es significativo: la mayor producción permitirá mejorar la oferta interna, estabilizar los precios del grano y reducir la necesidad de importaciones, beneficiando al sector avícola, porcino y de alimentos balanceados.
Durante la temporada alta, se realizaron ruedas de negocios para comercializar grandes volúmenes de maíz duro, en un esfuerzo por conectar directamente a productores e industrias sin intermediarios y favorecer la transparencia.
Además, este momento de abundancia abre la puerta a oportunidades de industrialización local: producción de alimentos, harinas y derivados con valor agregado, así como el potencial desarrollo de una industria exportadora de subproductos del maíz.
Aunque el superávit de maíz es una buena noticia, los productores advierten sobre la volatilidad de los precios, especialmente durante la temporada de cosecha. Solicitan mecanismos que regulen las importaciones y promuevan sistemas de acopio eficientes, para evitar caídas bruscas en los precios que afecten la rentabilidad.
El precio mínimo de sustentación se estableció entre 17,35 y 19,50 dólares por quintal, margen que busca proteger al agricultor. Las autoridades enfatizan la importancia de respetar esta banda y aplicar aranceles de protección, asegurando que la industria adquiera primero la producción nacional antes de considerar importaciones.
También se están impulsando reservas estratégicas de grano y vigilancia de la cadena productiva para evitar abusos, desbalances o especulación, como medidas para sostener precios justos y estables.
Con esta cosecha récord, Ecuador avanza hacia la soberanía alimentaria, reduciendo su dependencia de importaciones y fortaleciendo las cadenas de proteína animal.
La producción nacional cubre el 92 % de la demanda de maíz para la industria, y el 8 % restante se destina al consumo humano, lo que convierte al grano en un insumo estratégico para el desarrollo agropecuario del país.
Garantizar el abastecimiento interno también representa una base sólida para el desarrollo del campo rural, una fuente de empleo y estabilidad para miles de familias dedicadas a la agricultura.
A pesar de los logros, Ecuador enfrenta desafíos. La variabilidad climática sigue siendo una amenaza latente que puede alterar resultados en ciclos futuros. Las sequías intensas o lluvias extremas deben considerarse en la planificación agrícola.
Además, los productores aún requieren acceso a crédito, seguro climático, almacenes y canales logísticos eficientes para sostener esta tendencia. La infraestructura productiva y de comercialización es todavía limitada en varias regiones rurales.
El reto es consolidar una agricultura resiliente y sostenible, para lo cual se proyecta diversificar cultivos, mejorar riego tecnificado, fortalecer la investigación agronómica y consolidar cadenas agroindustriales competitivas.
El Ministerio de Agricultura y el sector privado proyectan consolidar la productividad técnica, alcanzar rendimientos superiores a 7 toneladas por hectárea y asegurar que el sector esté preparado para ciclos adversos.
La estrategia incluye fortalecer la industrialización local y la exportación de derivados del maíz, agregando valor y potenciando la inserción en mercados internacionales.
La visión es clara: posicionar al maíz ecuatoriano como una cadena madura, competitiva, sostenible y capaz de adaptarse a escenarios globales complejos, pero con oportunidad de crecimiento constante.
La cosecha récord de más de 1,8 millones de toneladas de maíz duro marca un antes y un después en la historia agropecuaria de Ecuador. Este logro refleja un modelo exitoso que combina semillas certificadas, manejo técnico avanzado, clima favorable y respaldo institucional, generando oportunidades para la seguridad alimentaria, estabilidad de precios y crecimiento económico en el campo.
No obstante, para consolidar este éxito es indispensable fortalecer la regulación del mercado, ampliar la infraestructura agroindustrial y asegurar la sostenibilidad del modelo frente a desafíos climáticos y logísticos. Si se mantienen las políticas correctas, Ecuador puede mantener este nivel de producción y escalar hacia una agricultura líder en la región.