La campaña agrícola 2025/26 en Brasil enfrenta un arranque complicado debido a la sequía prolongada que afecta a regiones clave como Mato Grosso, el mayor estado productor de soja del país. Agricultores han decidido pausar la siembra hasta que lleguen las lluvias necesarias para garantizar la germinación de las semillas, generando preocupación en toda la cadena agroexportadora.
Tradicionalmente, la siembra de soja en Mato Grosso comienza a fines de septiembre, aprovechando el inicio de la temporada de lluvias. Sin embargo, las precipitaciones han sido escasas e irregulares, lo que ha dejado los suelos con bajos niveles de humedad.
Ante este panorama, muchos productores optaron por retrasar la siembra para evitar pérdidas, ya que sembrar en condiciones de sequedad podría generar fallas en la germinación, reducción en la densidad de plantas y una menor productividad al cierre del ciclo.
El retraso en la siembra de soja tiene un efecto en cadena sobre el resto de los cultivos. En Brasil, la soja suele preceder a la siembra del maíz de segunda cosecha (safrinha), por lo que cualquier demora en la primera etapa puede comprometer los tiempos y rendimientos del cereal.
Los analistas advierten que, si las lluvias no se regularizan en los próximos días, se podría afectar la proyección de exportaciones agrícolas del país, que ya se perfilaban como récord tras la fuerte demanda internacional.
A pesar de la pausa, los productores mantienen la esperanza de que octubre traiga un patrón más consistente de lluvias. Según declaraciones de la Asociación de Productores Rurales de Mato Grosso (Aprosoja), los agricultores están listos para reanudar la siembra apenas las condiciones lo permitan.
“Estamos preparados para arrancar en cuanto lleguen las lluvias. Sembrar ahora sería arriesgar la inversión de toda la campaña”, indicó un productor de Sorriso, uno de los municipios líderes en siembra de soja.
Brasil es actualmente el principal exportador mundial de soja, con más de 150 millones de toneladas anuales. Mato Grosso concentra cerca del 27 % de la producción nacional, por lo que cualquier alteración en esta región repercute directamente en los mercados internacionales.
La situación también genera inquietud entre compradores globales, especialmente China, principal destino de la soja brasileña. Un retraso en la siembra podría traducirse en ajustes de precios y mayor volatilidad en el mercado internacional de granos.
Especialistas recomiendan a los productores monitorear el pronóstico climático del INMET (Instituto Nacional de Meteorología) y ajustar las estrategias de manejo. Entre las medidas sugeridas se encuentran:
Uso de semillas con mayor tolerancia a estrés hídrico.
Ajuste de densidad de siembra según humedad del suelo.
Planificación del maíz safrinha para escenarios de retraso.
Refuerzo de prácticas de conservación de suelos para retener humedad.
La incertidumbre climática vuelve a recordar la alta vulnerabilidad de la agricultura brasileña a fenómenos meteorológicos extremos. El éxito de la campaña 2025/26 dependerá, en gran medida, de si las lluvias llegan a tiempo y en cantidades suficientes para permitir el desarrollo normal de la soja, el cultivo estrella de Brasil.