El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) implementó acciones focalizadas del 25 al 26 de junio para erradicar la brucelosis bovina en Chiloé y reforzar normativas sanitarias en Atacama. Estas medidas buscan resguardar la salud animal, garantizar la trazabilidad en la cadena productiva y proteger la inocuidad de los productos cárnicos. Con ello se fortalece la competitividad de las exportaciones ganaderas chilenas, minimizando riesgos sanitarios. La estrategia evidencia el compromiso del SAG en promover una ganadería sostenible y alineada con exigencias internacionales.
Fecha:Wednesday 09 Jul de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
El SAG desplegó técnicos especializados en Chiloé para intensificar el programa de erradicación de la brucelosis bovina. Durante las jornadas se realizaron muestreos sistemáticos en predios de riesgo, se aplicaron protocolos de vacunación y se capacitaron a productores sobre la detección temprana de la enfermedad. Las acciones se completaron con inspección de registros de sanidad animal y verificación de dispositivos de contención de ganado.
La brucelosis bovina es una zoonosis de gran impacto productivo y sanitario. Su control permite prevenir pérdidas en la producción lechera y cárnica, evitar trasmisión a personas y abrir mercados internacionales con altos estándares sanitarios. En este marco, el SAG busca eliminar focos infecciosos y reducir el número de hatos afectados en la zona insular, contribuyendo a erradicar la enfermedad a mediano plazo.
En Atacama, la autoridad sanitaria impulsó una campaña informativa dirigida a productores y operadores ganaderos para difundir normativas vigentes. Las charlas explicativas abordaron la trazabilidad, el registro de animales, los registros sanitarios y obligaciones sobre manejo y transporte de ganado. El objetivo fue elevar la conciencia sobre las consecuencias legales y comerciales de no cumplir la normativa.
Además, se realizaron auditorías de rutina en predios y ferias ganaderas, verificando el uso de identificadores oficiales y la documentación requerida para cruce y salida de animales. Este tipo de controles reduce la informalidad y fortalece la cadena de custodia de carne bovina. Los productores que adoptan las prácticas recomendadas mejoran su acceso a sellos sanitarios, facilitando su llegada a nichos de exportación exigentes.
Una trazabilidad correcta es fundamental para el control de enfermedades y transparencia en el origen del producto. En ambos territorios, el SAG verificó la correcta implementación del sistema de identificación individual de animales —con aretes y chips oficiales— y la actualización de registros en su plataforma nacional. Esta trazabilidad permite sacar partida de animales enfermos y rastrear impactos sanitarios.
La mejora en prácticas trazables fortalece la calidad de la producción al permitir una respuesta rápida ante brotes sanitarios y documentar el origen de la carne. Esto es clave para garantizar la seguridad alimentaria de los consumidores y elevar el prestigio de los productos ganaderos chilenos en mercados internacionales que demandan altos estándares, como la UE y Asia.
La erradicación de la brucelosis bovina no solo protege al ganado, sino también a la salud humana. La transmisión zoonótica, principalmente por consumo de lácteos no pasteurizados o contacto directo, implica un riesgo epidemiológico. La eliminación de esta enfermedad reduce la incidencia de casos en personas y mejora la salud de las comunidades rurales locales.
De manera paralela, la promoción de buenas prácticas sanitarias previene otras afecciones zoonóticas como tuberculosis bovina o leptospirosis. Al asegurar un rebaño sano, se reducen los riesgos ocupacionales en trabajadores del sector y se evita la filtración de patógenos al sistema alimentario. Así, el SAG contribuye a un entorno de producción ganadera responsable.
Otro eje del programa fue la capacitación del personal SAG y de productores; se realizaron talleres de diagnóstico rápido, toma y envío de muestras, y uso de normas técnicas oficiales. Esto eleva la eficiencia en los procesos de detección y respuesta a brotes sanitarios. Asimismo, favorece una cultura preventiva dentro de los sistemas locales de producción ganadera.
Estas acciones también permitieron intercambiar experiencias con centros regionales de investigación y universidades. El conocimiento transferido fortalece las capacidades locales e institucionales, generando una red de apoyo en zonas remotas. Esto permite mantener vigilancia permanente y mejorar la resiliencia ante nuevas amenazas sanitarias.
Las medidas implementadas por el SAG apuntan directamente a mejorar la competitividad de la ganadería chilena. La enfermedad controlada y la trazabilidad certificada se traducen en productos respaldados por estándares internacionales. Esto incrementa las oportunidades de venta en mercados exigentes, que valoran la inocuidad, calidad y el origen trazable de los alimentos.
Además, los predios que cumplen con las normativas y sistemas de control sanitario pueden acceder a certificaciones como sellos libres de brucelosis bovina, que se traducen en mejores precios, acceso preferencial a cadenas formales y menor riesgo de rechazo en frontera. La valorización de la producción animal beneficia a toda la cadena, desde el productor hasta el exportador.
El SAG anunció que estas jornadas de control y capacitación continuarán en otros territorios ganaderos del país. Se prevé apoyar con recursos técnicos y financieros a los predios que requieran asistencia para adoptar las medidas sanitarias. El objetivo es garantizar la sostenibilidad y permanencia de los avances sanitarios alcanzados hasta el momento.
Además, se integrarán monitoreos periódicos de brucelosis bovina en la isla de Chiloé y auditorías constantes en Atacama. El seguimiento busca medir indicadores de éxito, identificar áreas de mejora, y generar informes que orienten la toma de decisiones futuras. Esta continuidad es esencial para consolidar una ganadería saludable y competitiva.
A pesar de los avances, existen desafíos que amenazan el éxito del plan. La geografía de Chiloé, con predios aislados y difícil acceso, dificulta la cobertura completa del programa. Esto requiere logística especializada y recursos adicionales. En Atacama, la dispersión de pequeños productores y la limitada conectividad pueden generar brechas en la adopción de nuevas normas.
Otro desafío consiste en asegurar el financiamiento y personal técnico suficientes para cubrir todo el territorio. Las campañas de largo alcance implican costos en equipos, insumos diagnósticos y soporte logístico. Además, es necesario mantener la motivación de los productores, quienes deben percibir beneficios tangibles al adoptar las medidas.
Las acciones recientes del SAG pueden sentar las bases para nuevos programas sanitarios en otras regiones. La estrategia de control simultáneo de brucelosis y fortalecimiento normativo demuestra un enfoque integral que podría replicarse frente a tuberculosis bovina u otras zoonosis. Además, se vislumbra la posibilidad de promover certificaciones sanitarias de exportación en las zonas intervenidas.
En un horizonte más amplio, estas medidas fortalecen el ecosistema ganadero chileno, permitiendo su consolidación en mercados de alto valor. Si se coordinan con políticas de incentivo económico e innovación tecnológica —como genética, sanidad preventiva y sistemas de riego—, el sector podría experimentar un crecimiento sostenible y inclusivo, beneficiando a productores y consumidores.
El refuerzo de los programas sanitarios en ganadería realizados por el SAG en Chiloé y Atacama es una muestra concreta del compromiso por la salud animal, seguridad alimentaria y competitividad. Estas acciones permiten avanzar en la erradicación de enfermedades de alto impacto, mejorar la trazabilidad y fortalecer el acceso a mercados exigentes. Para consolidar estos avances, será clave asegurar recursos, capacitar de forma continua, y ampliar la estrategia a todo el país. Así, Chile podrá posicionarse como líder en ganadería responsable y sostenible.