El último informe del USDA elevó rendimiento y producción de maíz, ampliando los stocks y provocando una baja inmediata de precios: caen los contratos cercanos, se ensancha el carry en los spreads y las bases se reacomodan (más flojas en zonas con gran oferta y con premios puntuales donde la logística aprieta). Con maíz más barato, mejoran los márgenes de etanol y feed, y el grano de EE. UU. gana competitividad externa. En el corto plazo, la estrategia pasa por fijar base y dejar precio, vender un tramo y reabrir con calls o almacenar solo si el carry supera costos; clave mirar en 10–20 días la humedad/calidad de las primeras partidas, el ritmo de venta del productor y los márgenes de la demanda industrial. Riesgos: más presión si se vende agresivo y la exportación no tracciona; soporte potencial por rebotes técnicos y compras de cobertura.
Fecha:Thursday 14 Aug de 2025
Gestor:INSTITUTO IDIAT
Un ajuste al alza en la oferta esperada encendió ventas y enfrió las primas climáticas. El movimiento ya se siente en bases, spreads y planes de cosecha. Te explicamos el porqué y, sobre todo, qué decisiones tomar ahora.
La rueda empezó con nervios y terminó con pantallas en rojo. El nuevo balance del USDA pintó un escenario con más rendimiento y mayor producción, y el mercado reaccionó en segundos: contratos cercanos a la baja, spreads que se estiran y un cambio de ánimo entre productores y compradores. No es un derrumbe épico; es el tipo de ajuste frío que reordena la temporada: más maíz disponible, menos urgencia por pagar primas, y un tablero donde la logística y la caja vuelven a ser protagonistas.
El informe combinó un poquito más de área cosechable con mejoras de rinde en franjas clave del cinturón maicero. Del lado de la demanda, no hubo un salto equivalente: etanol con variaciones menores, feed contenido, exportaciones compitiendo por precio. El resultado es simple de decir y complejo de digerir: stocks más holgados al cierre de campaña. Cuando el mercado lee “suministro cómodo”, su primer reflejo es bajar el nearby y premiar el almacenamiento con carries un poco más anchos.
Aquí es donde los términos de pizarra se vuelven decisiones de campo. Con futuros más flojos, los spreads (la diferencia entre vencimientos) suelen abrirse. Eso incentiva a algunos a guardar grano, siempre que el costo de financiar y almacenar tenga sentido. A la vez, las bases locales se reacomodan: zonas con gran potencial de cosecha tienden a aflojar la base, mientras que nudos logísticos con capacidad limitada pueden pagar premios puntuales por disponibilidad.
La pregunta que más escuchamos hoy es: “¿Vendo, guardo o fijo base?” No existe una receta única. Depende de tu costo financiero, tu capacidad de secado/almacenaje, la presión de cosecha de tu zona y, sobre todo, de cuándo necesitas caja.
Cuando el maíz se abarata, hay dos actores que afinan el lápiz: las plantas de etanol y los feedlots. Si el precio cae lo suficiente, sus márgenes mejoran y aparece una demanda “de piso” que ayuda a estabilizar el mercado. Algo similar ocurre en el frente externo: con maíz estadounidense más competitivo, algunos importadores revisan orígenes y los traders mueven piezas para capturar ventanas de carga.
Escenario base: la caída ordena el mercado, los spreads sostienen carry moderado y la demanda industrial absorbe sin estridencias.
Más presión: el productor vende fuerte sobre cosecha, la exportación no tracciona, y el nearby busca niveles inferiores para limpiar mercadería.
Piso técnico: aparecen compras de cobertura, rebote técnico y algo de mejora en bases donde la logística aprieta; el precio encuentra un escalón de descanso.
Más que mirar solo el futuro, prestá atención a tres termómetros:
Calidad y humedad de las primeras partidas (descuentos y base mandan).
Ritmo de venta del productor tras la baja (si se traba la oferta, la base reacciona).
Márgenes de etanol y feed (cuando mejoran, aparece el “comprador silencioso” que sostiene).
Necesitás caja ya: considerá venta física de un tramo y, si querés dejarte una ventana de suba, recomprá con un call barato. Asegurás flujo sin renunciar del todo al upside.
Tenés almacenaje y financiamiento competitivo: fijá base donde esté atractiva y dejá abierto el precio; o guardá con un plan de salida atado a spreads/carry (con fechas, no con deseos).
No querés complicarte: escaloná ventas en tres o cuatro tramos. Promediar en mercados nerviosos suele ganarle al impulso del día.
¿Y si espero “el rebote”? Puede llegar, pero no lo presupuestes a ciegas. Alineá tus compromisos de caja; si el mercado no te acompaña, el costo financiero se come el supuesto rebote.
¿Conviene fijar base ahora? Si tu zona aflojó más de la cuenta por presión de cosecha, fijar base y dejar precio abierto te ancla logística y te devuelve poder de decisión.
¿Carry = guardar sí o sí? Solo si el carry supera tus costos de almacenar y financiar. Sumá números, no sensaciones.
Una empresa con secadora propia y cupos de entrega acotados decide vender 30% para asegurar caja y espacio, fijar base en otro 30% (precio abierto) y guardar el 40% restante con objetivo de salida atado a un spread mínimo. No es magia: es disciplina operativa en un mercado que premia la prolijidad.
Revisá costos de almacenaje y financiamiento vs. carry real (no el teórico).
Pedí bases firmes por fecha y lugar; anotá dónde mejoran con logística.
Definí tramos de venta y fechas gatillo; evitá decidir “desde la cosechadora”.
Si vendés, evaluá cobertura con calls: a veces cuestan menos que arrepentirse.
Bottom line: Con más maíz en el horizonte, el mercado hizo lo que tenía que hacer: bajar el nearby y ensanchar spreads. La clave ahora no es adivinar el suelo, sino ordenar la estrategia: base, timing y logística. En ese ajedrez, el que conoce sus números manda.