Los gobiernos de Guyana y del estado brasileño de Roraima, en el extremo norte de Brasil, firmaron un acuerdo estratégico para impulsar conjuntamente el desarrollo agroindustrial en la conocida como “Región Nueve” en Guyana y el norte de Roraima. El objetivo: convertir esta zona fronteriza en un nuevo polo agrícola de gran escala, potenciando cultivos, procesamiento y exportaciones.
La firma se llevó a cabo en una reunión entre altos funcionarios, representantes del sector privado y autoridades regionales de ambos países, celebrada en Lethem (Guyana) bajo el liderazgo del ministro de Agricultura guyanés, Zulfikar Mustapha.
Según el documento oficial, la Región Nueve presenta condiciones que la hacen “ideal” para grandes emprendimientos agropecuarios: abundante tierra disponible, ubicación estratégica para mercados latinoamericanos, y disposición para valor agregado (procesado, empaquetado, exportaciones). Stabroek News
El modelo planteado es de alianzas público-privadas, donde Brasil y Guyana colaborarán en infraestructura, tecnología, logística y desarrollo de agroindustrias.
Sin embargo, también existen desafíos: el área es parte del bosque tropical, lo cual genera alertas ambientales; la infraestructura es limitada; y la gobernanza transfronteriza introduce complejidades en la ejecución.
Mayor producción agrícola regional: cultivos como maíz, soja, palma de aceite, frutas tropicales, podrían expandirse significativamente.
Creación de valor agregado: no solo cultivo, sino procesamiento local de alimentos para exportación, lo que implica empleos y cadena agroindustrial.
Diversificación geográfica del agro brasileño: al ampliar hacia el norte, Brasil reduce su dependencia de zonas tradicionales (como Mato Grosso), lo que puede distribuir producción y riesgo.
Oportunidad para Guyana: como socio más pequeño, gana acceso a tecnología, inversión extranjera y mercados ampliados, fortaleciendo su economía agrícola y exportadora.
Impacto ambiental: La expansión agroindustrial en la Amazonía/Caribe norte de Brasil y Guyana podría implicar deforestación, afectación a comunidades indígenas, biodiversidad y servicios ecosistémicos.
Infraestructura limitada: Carreteras, puertos, energía y logística en la región son relativamente débiles — sin mejoras, los costos de transporte podrían degradar la competitividad.
Marco regulatorio: La convergencia de regulaciones brasileñas y guyanesas, así como los estándares internacionales de sostenibilidad, será clave para evitar sanciones o pérdida de mercado.
Conflictos sociales: Transformar “fronteras agrícolas” suele conllevar tensiones con comunidades locales, desplazamientos o disputas sobre tierras, que pueden paralizar proyectos.
El acuerdo prevé una fase inicial de inversión exploratoria durante los próximos 12-18 meses, para identificar zonas potenciales, diseñar planos de agroindustrias y estructura logística. Luego, se lanzarán licitaciones para consorcios privadas que presenten planes con socios brasileños y guyaneses. Stabroek News
Además, se habilitará un fondo binacional para financiar estudios de impacto, capacitación de la mano de obra y mejoras en infraestructura de acceso.
La alianza entre Brasil y Guyana representa un paso ambicioso hacia una nueva frontera agrícola latinoamericana, con capacidad para alterar la geografía del agro en la región nordeste de Sudamérica.
Si se ejecuta con éxito —equilibrando producción, medio ambiente y valor agregado— podría convertirse en un modelo de crecimiento compartido y moderno. Pero de lo contrario, los desafíos logísticos, ambientales y sociales podrían convertirlo en otro proyecto de promesas incumplidas.