Trump anuncia plan nacional para bajar los precios récord de la carne de res en Estados Unidos

SUCESO IMPORTANTE EN EL SECTOR AGRICOLA

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció un nuevo plan de acción para reducir los precios de la carne de res, los cuales alcanzaron niveles históricos debido a una prolongada sequía en el oeste del país, el aumento del costo de los granos para alimentación del ganado y una disminución drástica del hato bovino, que se encuentra en su punto más bajo desde 1951.

El mandatario calificó la situación como “una emergencia alimentaria que afecta directamente al bolsillo de las familias estadounidenses” y afirmó que su administración implementará medidas de intervención económica, alivios fiscales y estímulos a la producción ganadera con el objetivo de estabilizar los precios antes de fin de año.

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Una crisis silenciosa en la ganadería estadounidense

De acuerdo con datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), el país cuenta actualmente con 86,7 millones de cabezas de ganado bovino, la cifra más baja en más de siete décadas.
La disminución se debe principalmente a la sequía prolongada en estados productores como Texas, Kansas, Nebraska y Oklahoma, lo que ha limitado la disponibilidad de pasturas y forraje, obligando a muchos ganaderos a reducir sus rebaños.

A esto se suman altos costos de alimentación animal, ya que los precios del maíz y la soya —ingredientes esenciales para el engorde de ganado— han subido por presiones internacionales y menores cosechas locales.
El resultado ha sido un incremento superior al 25 % en los precios minoristas de la carne de res durante el último año, lo que afecta tanto a consumidores como a la industria alimentaria y restaurantera.

“El consumidor estadounidense no puede pagar precios de lujo por productos básicos. Vamos a restaurar el equilibrio del mercado y apoyar a nuestros productores”, declaró Trump durante un acto en Iowa, acompañado por el secretario de Agricultura, Mike Brown.

 

Las medidas del plan

El plan anunciado por la Casa Blanca incluye un conjunto de acciones inmediatas y estructurales, entre ellas:

  1. Incentivos fiscales temporales para ganaderos afectados por la sequía, a fin de facilitar la reposición de reses.

  2. Liberación de reservas forrajeras y de granos estratégicos para reducir los costos de alimentación.

  3. Facilitación de importaciones cárnicas desde Sudamérica y Oceanía, para incrementar la oferta y estabilizar precios internos.

  4. Subsidios de transporte y logística para garantizar el abastecimiento desde regiones con superávit hacia áreas deficitarias.

  5. Financiamiento preferencial a plantas procesadoras medianas y pequeñas, buscando romper la concentración de mercado de las grandes empacadoras.

Estas medidas, explicó Trump, serán acompañadas de una investigación antimonopolio sobre las principales procesadoras de carne —como Tyson Foods, JBS y Cargill—, a las que se acusa de mantener márgenes de ganancia excesivos mientras los productores enfrentan pérdidas.

 

Una medida con impacto político y económico

El anuncio tiene una fuerte carga política, ya que el sector agropecuario y ganadero es uno de los bastiones tradicionales del Partido Republicano.
Las protestas de asociaciones rurales por el encarecimiento de insumos y la caída de la rentabilidad habían generado creciente malestar en los estados del Medio Oeste, considerados estratégicos para las elecciones presidenciales de 2026.

“Esta no es solo una cuestión económica, es una cuestión de soberanía alimentaria. Estados Unidos debe ser autosuficiente en carne de res”, afirmó Trump, en un tono nacionalista que busca conectar con el electorado rural.

En paralelo, el mandatario ordenó al USDA acelerar los estudios de impacto climático y garantizar un sistema de seguros agrícolas más flexible, que cubra pérdidas por sequía y variaciones extremas de temperatura, fenómenos que han afectado la producción ganadera en los últimos tres años.

 

La industria y los productores reaccionan

Los gremios ganaderos recibieron el anuncio con cautela.
La National Cattlemen’s Beef Association (NCBA) consideró positiva la apertura de líneas de crédito y la reducción de impuestos, aunque advirtió que la importación de carne extranjera podría generar competencia desleal para los productores locales.

“Aplaudimos los esfuerzos por bajar costos y estabilizar el mercado, pero pedimos que se priorice al productor estadounidense. No queremos depender de carne importada”, señaló Ethan McConnell, portavoz de la NCBA.

Por su parte, los supermercados y cadenas de comida rápida celebraron la iniciativa, ya que la escalada de precios había afectado la demanda. En algunos estados, el consumo de carne de res cayó hasta un 12 % en el último trimestre, siendo sustituido por pollo y cerdo.

 

Repercusiones en el comercio internacional

La posibilidad de abrir importaciones de carne de países como Argentina, Brasil y Australia ya genera debates dentro y fuera de EE.UU.
Si bien esta medida podría reducir los precios internos, también reconfiguraría el flujo comercial global, otorgando a Sudamérica una posición más fuerte en el mercado estadounidense.

Los analistas advierten que, si se amplían las cuotas de importación, los productores locales podrían enfrentar presión adicional en sus márgenes, lo que a largo plazo podría debilitar el tejido ganadero nacional.

Aun así, la administración Trump insiste en que las importaciones serían “temporales y controladas”, destinadas exclusivamente a aliviar la escasez mientras se recupera el hato bovino.

 

El desafío del clima y el futuro de la ganadería

El cambio climático se perfila como el principal desafío estructural de la ganadería estadounidense.
Las sequías severas, la degradación de pasturas y el aumento de temperaturas en el suroeste y las Grandes Llanuras están modificando la geografía productiva del país.

El USDA prevé que la recuperación del hato nacional podría demorar entre 3 y 5 años, siempre y cuando se mantengan condiciones climáticas favorables y políticas de apoyo consistentes.

Mientras tanto, la industria explora alternativas como sistemas de alimentación más eficientes, genética adaptada al calor y tecnologías de monitoreo climático, con el objetivo de aumentar la resiliencia del sector.

 

Conclusión

El plan de Trump para reducir el precio de la carne de res marca un punto de inflexión en la política agrícola estadounidense.
Más allá de los efectos inmediatos sobre los precios, representa un intento de redefinir la autosuficiencia alimentaria del país frente a los desafíos climáticos, económicos y geopolíticos.

De su éxito dependerá no solo el alivio del consumidor estadounidense, sino también la capacidad del sector agropecuario de adaptarse a una nueva era marcada por el cambio climático, la competencia internacional y la presión por sostenibilidad.

Si las medidas logran equilibrar producción, precios y rentabilidad, podrían sentar las bases para una reconstrucción del poder agropecuario estadounidense, con efectos duraderos en el comercio global de alimentos.

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