El 18 de noviembre, el premier chino Li Qiang realizó una visita oficial a Moscú para reunirse con el primer ministro ruso Mijaíl Mishustin, en un encuentro que marca un nuevo capítulo en la cooperación agrícola, energética y económica entre ambas potencias euroasiáticas. La reunión se desarrolló en un contexto global marcado por tensiones comerciales, sanciones internacionales y la necesidad creciente de garantizar cadenas de suministro más estables y diversificadas.
Durante las conversaciones, Li Qiang expresó el interés de China en incrementar significativamente sus importaciones de productos agrícolas y alimentarios de Rusia, mencionando como prioridades los granos, aceites vegetales, carne, lácteos y alimentos procesados. Esta ampliación responde a varios objetivos estratégicos de Pekín:
reforzar la seguridad alimentaria nacional,
diversificar proveedores para reducir la dependencia de mercados volátiles,
fortalecer relaciones bilaterales con socios confiables en momentos de presión internacional.
China, el mayor consumidor mundial de alimentos y proteína, ve en Rusia un abastecedor ideal debido a su capacidad productiva, cercanía geográfica, disponibilidad de tierras cultivables y creciente inversión en infraestructura rural.
Por su parte, Mishustin enfatizó que la colaboración entre ambos países ha demostrado ser extraordinariamente resistente frente a desafíos externos, especialmente frente a las sanciones occidentales y la volatilidad de los mercados globales. El primer ministro destacó que, a pesar de las restricciones financieras y logísticas, el comercio agroalimentario bilateral no solo se ha mantenido, sino que ha crecido de manera constante en los últimos años.
A ello se suma la cooperación energética —petróleo, gas y proyectos de infraestructura— que actúa como un pilar complementario de esta alianza económica. Según Mishustin, agricultura y energía representan hoy dos áreas clave donde ambos países han sabido enfrentar presiones externas de manera coordinada.
Uno de los puntos más relevantes del encuentro fue la apertura de Moscú a facilitar mayores inversiones chinas en su sector agrícola, particularmente en:
infraestructura de almacenamiento y cadenas de frío,
tecnificación de maquinaria agrícola,
sistemas de riego e innovación agroindustrial,
biotecnología y semillas mejoradas,
centros logísticos y corredores ferroviarios para exportación.
Estas inversiones podrían transformar regiones productivas rusas, sobre todo en el Lejano Oriente y Siberia, zonas donde China ya ha financiado proyectos agrícolas piloto.
Expertos coinciden en que este acercamiento no es solo económico, sino estratégico. Para China, garantizar alimentos estables es una prioridad nacional, mientras que para Rusia, ampliar mercados alternativos es vital para enfrentar sanciones y restricciones financieras.
Ambas naciones comparten además la intención de:
construir cadenas de suministro regionales más autónomas,
reducir la dependencia de mercados occidentales,
profundizar la integración euroasiática mediante agricultura, energía y logística.
Este eje agrícola sino-ruso podría convertirse en una de las alianzas más influyentes en el comercio alimentario global durante la próxima década.
Tras la reunión, ambos gobiernos reafirmaron su compromiso de continuar fortaleciendo su cooperación en agricultura, energía, innovación tecnológica y comercio bilateral. También se anticipan nuevos acuerdos para facilitar certificaciones sanitarias, reducir barreras logísticas y mejorar la infraestructura de transporte entre ambos países.
La visita de Li Qiang a Moscú marca, así, un paso decisivo hacia una alianza agrícola más profunda, estable y estratégica, con impactos que podrían reconfigurar el mapa agroalimentario internacional.