La industria sojera estadounidense atraviesa uno de sus momentos más críticos en décadas. Con exportaciones desplomadas y una creciente presión internacional, los productores nacionales aguardan con urgencia un plan de rescate prometido por el gobierno del presidente Donald Trump, en respuesta al avance competitivo de países latinoamericanos como Brasil y Argentina.
El ministro de Finanzas, Scott Bessent, confirmó esta semana que el Ejecutivo trabaja en un paquete de apoyo económico “sustancial” dirigido especialmente a los cultivadores de soja, quienes han sido duramente golpeados por la caída de las ventas al exterior. “Estamos comprometidos con nuestros agricultores. La ayuda llegará pronto y será significativa”, declaró Bessent en una rueda de prensa en Iowa, uno de los estados más afectados.
La raíz del problema se encuentra en la decisión de China —principal comprador de soja estadounidense durante años— de reducir drásticamente sus importaciones desde EE. UU. en favor de proveedores latinoamericanos. Esta estrategia, motivada por tensiones comerciales y precios más competitivos en Sudamérica, ha dejado a miles de productores estadounidenses con excedentes sin salida y márgenes de ganancia en mínimos históricos.
Según datos preliminares del Departamento de Agricultura (USDA), las exportaciones de soja cayeron más del 40% en el último trimestre, una cifra que alarma tanto a los agricultores como a los analistas del sector agroindustrial.
Brasil y Argentina han aprovechado la coyuntura para consolidarse como líderes en el mercado global de soja. Con costos de producción más bajos, políticas fiscales favorables y acuerdos comerciales activos con China, ambos países han incrementado sus volúmenes de exportación, desplazando a EE. UU. en mercados clave.
“Estamos perdiendo terreno rápidamente. Si no hay una intervención urgente, muchas explotaciones familiares podrían desaparecer”, advirtió Karen McAllister, presidenta de la Asociación Nacional de Productores de Soja.
Aunque los detalles del plan aún no han sido revelados, fuentes cercanas al gobierno indican que incluiría subsidios directos, alivios fiscales y medidas para facilitar el almacenamiento y transporte de excedentes. También se evalúa la posibilidad de renegociar acuerdos comerciales con países asiáticos para recuperar parte del mercado perdido.
El anuncio oficial se espera para finales de octubre, en el marco de una gira presidencial por estados agrícolas del Medio Oeste.